miércoles, 29 de enero de 2014



La violencia está distribuída en la vida cotidiana de diversas formas, ya sea explícitas o implícitas, estas prácticas también son reconocibles en el ámbito de las relaciones humanas  para ser más precisa, en las relaciones de pareja. Sin importar el sexo de quienes se relacionan, hay lógicas de dominación patriarcal  en las que se oprime a un otro, debido a que todas y todos nos hemos criado en una sociedad falocéntrica, que relega lo femenino a una alteridad cuasi negativa. No podemos negar que si bien, algo a cambiado este espectro es posible observar o escuchar, o más aún, vivenciar la violencia.
Cuando me refiero a la sociedad falocéntrica, quisiera especificar que se trata de prevalecer ciertas conductas que se priorizan en el sistema en el que vivimos insertos, aquellas que se acercan a las caracterizaciones conocidas culturalmente como masculinas, como la competencia que en primer lugar genera una lógica de poderío por sobre un otro, el destaque a través del opacar a un otro, entre tantos otros.

El tema de la violencia en la pareja ha sido algo más que conversado en general. Probablemente muchos y muchas hemos manoseado el tema más de alguna vez o nos hemos sorprendido al escuchar que a alguno de nuestros cercanos la ha padecido o ha sido el ejecutor.
Yo fui una víctima de violencia y fue mi culpa, no digo que fue mi culpa que él me violentara, o que me lo mereciera, al contrario. Fue mi culpa en el sentido de dejar que pasara y de no detener la bola de nieve a tiempo.

La Experiencia.

Estuve con una pareja bordeando los tres años; todo inició con su afán de poner a prueba mi seguridad, haciéndome saber que él era un tipo muy deseado, cuasi cosificándose a si mismo, exaltando su miembro, su porte y su poderío, lo genial que era él en el sexo, lo deseado que era en la calle, la enorme cantidad de piropos que recibía diariamente. Esto a simples luces es una señal de POR FAVOR NO LO HAGAS, pero dentro de mi historia personal y probablemente el proceso de mi vida por el que pasaba, caí en los brazos de este pseudosúpermacho. Tiempo más tarde vinieron las llamadas realizadas por chicas a las 5 am, dentro de ellas, una de sus ex, con quien dentro de la inseguridad extrema revisé una de sus conversaciones de msn (sí que psycho y sí que antiguo) donde había lenguaje sexual explícito, además de algunos improperios hacia mi persona. Me lo negó todo, yo le creí (sí, de verdad le creí), seguimos juntos mucho tiempo más, pese a que la llamadas continuaron y otras chicas sospechosas aparecieron. La idea era probablemente era mantenerme paranoica, lo que propició para que mi autoestima se hundiera tres mil metros bajo tierra. En un momento determinado le ofrecí abrir la relación, pero obtuve una gran negativa, del tipo CÓMO SE TE OCURRE, YO TE AMO SOLO A TI Y TENGO OJOS SOLO PARA TI. Le creí otra vez.

Otro tipo de actos violentos, fueron los celos excesivos. A mí nadie me joteaba, nadie me llamaba a las 5 am.. En una ocasión me llamó un amigo que vive aún en China y me hizo el escándalo de la vida para uno de mis cumpleaños. Curiosamente todas las fechas ricas y buena ondas para celebrar como navidad, año nuevo, cumpleaños, aniversarios, vacaciones, carretes, etc. Se ponía celoso porque mi atención se centraba en otros seres respirables. Desde que me tenía que ir a dormir con él  cuando él se iba a acostar, del por qué hablaba mucho con un individuo, de por qué lo miré de tal manera etc. Mi atención debía estar enfocada 400% en él. Hasta estudiar se me hizo un problema e incluso bajé mis calificaciones por "tener que verlo".
Las cosas llegaron a sus extremo cuando en una ocasión conversaba con un amigo de ambos. De pronto llega él y me dice que no me acerque más a Perico los palotes porque me estaba joteando, la cosa fue subiendo de tono, porque yo, ya transformada en una sumisa del s. XV le decía cuasi llorando "te juro que yo no hice nada", con miedo, con horror, con terror. Cuento corto terminé con un gran moretón en mi brazo izquierdo y aún recuerdo que cuando me golpeaba me decía "Ahora llora, ahora llora po". Uds. pensarán que en ese momento vi la luz y me convencí de lo pésimo de la relación. Pero no, seguimos un año más apróxidamente.
Yo creía que todo eso era normal, que todas las parejas pasaban por crisis, que todo era superable, que ÉL PODÍA CAMBIAR, sí, esa misma consigna que una sabe que NO Y NO Y NO es así.

¿Qué me ayudó a salir de esto?

Sin lesear un Seminario de Género que dictaron en la carrera que estudié, más un Seminario de Filosofía Oriental que realicé ese mismo semestre.
Género me hizo encontrar mi fortaleza de mujer y reconocer la violencia dentro de la vida en general y de mi vida. Oriental me ayudó a encontrarme como individuo, como ser humano y a darme cuenta que eso que se suponía que yo llamaba amor, no era más que dolor, si ni siquiera tenía relaciones a gusto, lo hacía por miedo.
Terminé con él, esperando lo peor, pero para mi suerte,  él ya tenía en mira a otra chica. Las veces anteriores que terminé con él, la misma historia que todos conocemos: Voy a cambiar, perdón, te amo, blabla.
Debo decir que lo supe esconder súper bien, nadie dimensionaba todo lo que pasaba.

¿Qué me dejó todo esto?

A no permitir que nadie violente mi cuerpo, ya sea psicológica o físicamente. El sistema en el que vivimos ya de por sí es violento, por qué entonces debemos dejar que nos violentemos entre nosotros mismos. Para qué formar una relación con un otro si no es a través del amor, a través de la búsqueda de armonía mutua, de la comprensión y del cobijo y, por sobretodo, del compañerismo. Si no caminamos al mismo paso entonces no es una relación, no es un encuentro de dos cuerpos que se unen dentro de su libertad, sino que es el sometimiento del uno por el otro. Yo no voy a decir que lo logré erradicar toda práctica violenta simbólica de mi vida, porque es mentira, pero si intento cada día ser mejor persona, tanto para conmigo misma como para los demás.

¿Y uds. han conocido casos de violencia de pareja?